Nuevas fotos mías

Con los niños de la IE "Cipriano Proaño" y la obra "El ladron de la lluvia" en el Festival escolar de teatro "Paco Yunque", etapa Nacional, donde ocupamos el tercer puesto.


En el festival Escolar de teatro "Túpac Amaru" en Tarma con la obra "Antonia". Aquí maquillando a Dalila Pacheco Alfaro, que interpretaba el personaje principal



Los estudiantes de la IE "Ricardo Palma" Ipoki, en la cosecha de cacao: Noemí, Lorey, Franklin (nativo de comunidad Asháninka), Aldo, Arnold y Moisés (de Ipokiari, también Asháninka).



En la IE "Cipriaño Proaño" Cerro de Pasco, donde cursé mis estudios de educación primaria.







Ruth

- Acabo de jalarme un curso-, se lamentó Ruth, con ese extraño pero a la vez muy conocido sentimiento de impotencia.



Ruth hizo la secundaria conmigo en un colegio muy prestigioso de nuestra ciudad, ella siempre fue una muchacha muy preocupada por sus estudios y muy guapa (es decir, las pocas veces que vestía bien). Al llegar a la academia me di con la grata sorpresa que también ella postulaba para la misma carrera universitaria que yo había elegido.

Ella no podía ser más diferente que yo. Soy una chica muy amiguera y reilona, me gustan mucho las fiestas y el baile, la salsa sobre todo; me encanta renovar constantemente mi ropero con pantalones a la moda y esos polos que solo se ven en los escaparates de las tiendas lujosas. Siempre he tenido las mejores cosas y mis padres, gracias a Dios, siempre me han aconsejado abundantemente.
En cambio Ruth, mmm… ella siempre leyendo y visitando la biblioteca como si fuera un santuario al cual tenia que peregrinar a diario; sus ropas desteñidas y anticuadas parecían una herencia de su vieja tía Filomena; y sus padres estaban separados, o eran pobres o algo así; además según los comentarios de todas las chicas, nunca tuvo un enamorado, –pobrecita-, recuerdo que se burlaban mis amigas.

Como era de esperarse, luego de los exámenes de ingreso a la Universidad, Ruth figuraba en primer lugar en el cuadro de honor, y yo, entre una más del montón.
No entiendo como es que Ruth, con esa capacidad para el estudio, prefirió la Docencia en vez de optar para Ingeniería o Medicina, y sus puntajes, Santo Dios, eran los más altos en toda la Prepa (¡Dios, apiádate de ella!).
Recuerdo que en el primer semestre su costumbre de habitar la biblioteca había llegado al límite, pues podría jurar que el garabato de la pared “hogar, dulce hogar” escrito con tizas de colores en la entrada de la biblioteca, lo hizo ella.
Pero desde que conoció a Percy, su primer enamorado, todo ha cambiado. Ya no asiste a las clases de Metodología; las tareas, mal hechas, las entrega a última hora, y es casi clienta predilecta de la Discoteca “Paraíso”. No voy a atribuirme conjeturas, pero dicen por allí que el miércoles de Ceniza llegó a su casa muy de madrugada, oliendo a tabaco.

Ruth se ha vuelto loca por ese chico. Sí, ya se que es guapo y que baila como los dioses, y que tiene unos ojos… Woww, pero, caray, Ruth, ¡Despierta mujer!, solo está contigo porque tú le haces las tareas, y porque cuando hay exámenes de matemáticas le pasas todas las respuestas en un papelito en forma de corazón.

Y la gota que colmó el vaso ocurrió un domingo de tarde, cuando fui de paseo con mi familia al campo, durante la semana santa. Jugábamos voley con mis hermanas y un mate muy fuerte para el punto final mandó la pelota hasta detrás de unas rocas. Grande fue mi sorpresa cuando al ir por el balón, vi que, escondidos entre los árboles y bajo unos arbustos, dormían desnudos Ruth y Percy. El lunes de la semana pasada fui ha hablar con Ruth y me ha dicho, con descaro, que le interesa un pepino que hable o no con sus padres para contarles lo que ella está haciendo, que tampoco le interesa mi opinión, que deje de entrometerme en su vida y que seguramente estoy interesada en Percy.


Es una pena. Yo estimo mucho a Ruth, la conozco desde niña. Recuerdo que jugábamos a las muñequitas y a la comidita en el patio de mi casa, comíamos helado y robábamos el queso de mi refrigerador para dárselas a Sassy, el conejo de Ruth.


El día que fui a su casa para hablar con su mamá, salió un tipo gordo, mal afeitado y con un mugriento polo que seguramente antes era blanco, y me dijo que la madre de Ruth los había abandonado, que él era su padrastro, que él cuidaba de ella ahora, y que me invitaba a pasar a su cuarto muy sospechosamente oscuro. He huido de allí y jamás volvería a ese lugar.


Desde aquel día he querido hablar con Ruth. En la facultad no la han visto en cuatro días, y en el antiguo puesto de comidas donde solía vender su mamá, solo he encontrado a un anciano vendiendo especerías que dice no conocer ni a Ruth ni a su mamá.
Ayer hable con Percy, el tipo ese, pero es tan pedante como estúpido. Me gritó a lo lejos, mientras iba detrás de una chica, que creía que Ruth ya no estudiaría, que no sabía por qué, que seguramente estaba enferma o algo así, y que no quería hablar de ella.
Ayer después de diez días Ruth ha vuelto a la universidad. Ella está muy delgada y bastante pálida. Me alegré tanto al verla. Fui a saludarla y noté que unas manchas, parecidas a moretones, se escapaban de sus mejillas que su bufanda, inútilmente, intentaba esconder.
Santo Dios, Ruth, que te ocurrió. Pero solo me ha dicho que Percy terminó con ella, que el profe de matemáticas le dijo que estaba jalada en el examen final, que estoy bien, no te preocupes. No sabía que decirle, pero sonrío levemente sobre una lágrima cuando le susurré “te presto a mi mami”.


Son casi las once de la noche y puedo imaginar a Ruth, casi fotográficamente, sentada en su triste mesa, a la luz de una vela, con una multitud de libros abiertos y hojas en blanco desparramadas, salpicadas de lágrimas, en sollozos incontrolados, acechada por su padrastro semidesnudo , sin poder concentrarse en nada más que en su soledad. Autor: Elvis Marchand Laureano
CP.150106.1710

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Hola, Mi nombre es Elvis Luis Marchand Laureano.

Soy docente de profesión y te doy la bienvenida a mi blog.